Importante

sábado, 1 de septiembre de 2012

La construcción de la realidad


Quiero insistir con el punto más importante de todo lo que pueda decir en este blog: La realidad, el mundo que veo, siento, huelo, escucho y saboreo, es una interpretación de mi mente. La realidad, mí realidad y la de todos es una ficción[1]. Este no es un gran misterio, todos, en algún momento hemos tenido esta intuición en mayor o menor medida.

¿En qué está basada esta creación de mi mente que me veo obligado –por fines comunicativos- a llamar realidad?

Pues en otras construcciones, sobre todo las que mis padres construyeron basadas en las de mis abuelos.
El resto de los bloques y planos con los que construyo mi mundo son el resultado de estas primeras estructuras. Filtros del recuerdo. Luego de pasar por este filtro es que un acontecimiento se convierte en un recuerdo en mi mente -un conocimiento- y así, este conocimiento se convierte en un ladrillo más del edificio de la realidad. Este es mi proceso hasta donde he podido verlo.

Pero vamos por partes:

Es posible conocer las raíces sociales de mi visión del mundo y también, la manera en que esta visión del mundo -que cada individuo construye de manera única, al ser única su circunstancia social-biográfica- se vuelve realidad más allá de mi propia mente.

Una persona, al nacer, no se encuentra con el mundo, sino con un sistema de creencias. Al salir del hogar, al barrio, al colegio, al prender la televisión por primera vez, este sistema de creencias adquiere realidad objetiva y observable: instituciones, reglas, normas y ritos…
5.63 Yo soy mi mundo.
5.6 Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo
5.632 El sujeto no pertenece al mundo sino que es el límite del mundo.
4.114 Debe delimitar lo pensable y con ello lo impensable.
           Debe delimitar lo impensable desde dentro de lo pensable[2].

Estas formas objetivas tienen su origen en  las representaciones mentales que los individuos hacen de su entorno. La socialización es el proceso por el cual los nuevos miembros de una comunidad en particular internalizan estas formas objetivas, aprehendiéndolas como lo “normal”. Una socialización exitosa es la correspondencia exacta entre las estructuras objetivas externas y las estructuras subjetivas internas en un individuo. La socialización plenamente exitosa es imposible a la vez que la no socialización es muy poco común y se solo se presenta en casos de personas con patologías sicológicas u orgánicas muy severas[3]. Lo que somos es  el resultado de la sedimentación de incontables hechos sociales interpretados y reinterpretados constantemente y que en resumen se convierten en lo que está entre nosotros y el mundo. Estos procesos de consolidación de los universos simbólicos que se objetivan en forma de roles, identidades, valores, normas, instituciones, entre otras categorías; son el resultado de la naturalización de lo arbitrario, del ocultamiento del proceso histórico que llevó a que un hábito formado a partir de unas circunstancias objetivas y sociales particulares, se convierta en una norma institucionalizada detrás de la que se hilvanan justificaciones morales, mágico-religiosas, jurídicas y otros inventos. Es por eso que lo más importante que puede hacer un ser humano en su vida es tomar plena conciencia de este hecho, cuestionar estar arbitrariedades es la única libertad a la que debemos aspirar. En efecto, en todas las etapas de la historia han habido personas que se han rebelado contra lo que la sociedad de su tiempo ha considerado como la forma “correcta” de vivir. Es fácil si uno lo intenta, descubrir las imperfecciones de nuestro sistema de valores y de nuestro modelo de sociedad en general. Es más, el propio sistema con sus contradicciones, genera conflictos en los individuos y se puede decir que él mismo genera sus propios enemigos. El problema es que la estrategia de cambio ha sido básicamente la misma desde siempre: Ir en contra de las estructuras objetivas, de las instituciones y sus normas. Ir en contra de las justificaciones morales, mágico-religiosas, jurídicas y todos esos inventos para cambiarlos por otros es inútil porque son solo reflejos, son sombras, proyecciones de la mente. De mi mente. De tu mente. La verdadera rebeldía, la que vale la pena, tiene que ser siempre una rebeldía contra el mí mismo. ¿De qué sirve cambiar de espejo si lo que quieres cambiar es tu reflejo? De nada, pero eso es justamente lo que estamos haciendo todo el tiempo, desde siempre, la historia humana es la historia de las luchas entre los que quieren un espejo cuadrado y los que prefieren uno redondo y toda la sangre y el sufrimiento en el medio de ese proceso. Ya suena trillado decir que el mundo cambia cuando uno cambia, pero a pesar de esto, seguimos cambiando espejos. Seguimos atrapados en la que evidentemente es la mayor necedad de la historia humana. Los siguientes post serán sobre mis intentos de escapar de esta necedad de la pelea por los espejos. 



[1] Creación, invento.
[2] Aforismos del Tractatus de Wittgenstein tomados de: Habermas: Comunicación modernidad y consenso de Luis. J. Montoya Arista. Editorial de la Universidad San Martín de Porres.
[3] Berger y Luckmann. La construcción social de la realidad. 1968

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